MAYO 2014

01.05.2014 00:00

Deberíamos guardar la antigua costumbre de no desconfiar. De no sospechar, de no pensar las peores alternativas.

Tener la costumbre de disentir sin enojarnos, dejar de lado la intolerancia y la agresividad, de sostener que las diferencias enriquecen y que escuchar al que piensa distinto nos puede sumar.

Deberíamos no callarnos, ser políticamente sinceros, ser coherentes y honestos.

Guardar la costumbre de enseñarles a los hijos que sólo el esfuerzo y la integridad se llega a lugares que de verdad valen la pena. Que el estudio y el trabajo son los pilares para construir un país serio. La certeza que la educación es lo que más vale, el saber nos libera y podemos elegir sin ignorancia.

Soñemos con un país distinto, con salud, educación y seguridad, sin prejuicios, sin rencores. Un país donde se honren en los hechos concretos y cotidianos la libertad de todos.

La Dirección.