JUNIO 2013
Siempre me sobraron cosas para leer. “Por qué leer” nunca fue una pregunta. Hay quienes dicen no poder leer y hay quienes efectivamente no pueden. Hay quienes dicen que mejor no leer ciertas cosas. Pero… ¿cómo se puede vivir sin leer, aunque sean lecturas ensombrecidas? Hay lectores silenciosos y narradores orales: hay todo tipo de lectores, pero siempre se está aprendiendo a leer, siempre se está empezando a leer. Y no podemos dejar de leer, estamos condenados a ello. Se lee para uno y para los otros, se lee privada y secretamente, pública y comprometedoramente.
Hay lecturas de interiores y exteriores, lecturas, lecturas prohibidas y obligatorias. Hay mil y una formas de leer la noche y el desierto, y todas significan una acción en la noche y en el desierto. Se lee de noche para actuar sobre ella. Leer es acción, es una actividad profundamente social y demandante, no hay nada pasivo en la lectura: requiere atención, energía y una voluntad creativa que dé vida a lo inanimado. Por ello leer puede eventualmente dejarlo exhausto, porque hace que pasen cosas, en nuestras mentes y en el mundo, no “sucede” simplemente.
Hay que hacerlo, implica una decisión, promueve un descubrimiento, es un ejercicio de la conciencia y un acto de poder que implica acción e interacción.
No se puede vivir sin leer. Lean en voz alta y silenciosamente, lean para sí y para otros. Lean la noche y el desierto, lean hasta el fin de la misma noche, libros sagrados, libros reveladores, leer es recuperar palabras y recuperarnos, leer es interesante y aprendemos de ello.
Autor: DANIEL SCARFFO
Revista: Mutual Maestra.