Agosto 2016
En agosto pensamos en nuestro Libertador, Don José de San Martín. Dotado de un corazón generoso y de un espíritu fuerte, San Martín llenó las grandes exigencias de la Revolución.
Enérgico e ilustrado, con un carácter y convicciones asentadas en su fortaleza, entró a la más escabrosa empresa: la Libertad de América, idea dominante de su vida.
Luchó en su patria y fuera de ella, llevando las ideas de la emancipación consolidando los derechos que América se decidió a recobrar.
San Martín tuvo la más alta visión porque era puro de espíritu. Y supo retirarse de la escena en el momento supremo de la acción; no sólo para librar la inmortalidad ideal de la figura histórica sino para legar a su país el desprendimiento más grande que pueda ostentar otro militar y se fue sereno al ostracismo esperando el fallo de la posteridad que hoy reconoce ampliamente su gloria y lo reconoce como emblema de nuestra independencia.